No es extraño que veas sombras.
Rígida superficie de pies y protección. Espacios sin palpar en abstinencia del tiempo, transcursos sin memoria, dolores sin verdugos. Estalla sin verse desde arriba o al menos inventa desarrollar el estallido. Las figuras eran parte del mundo, quizás, siguen siendo parte, pero extrañas y fugitivas de cómo eran al principio. Los sujetos a su alrededor son extraños, blancos, largos y se difunden asimismo desprendiendo su fisionomía e intentando ser de otra especie. No veía el espejismo de siempre, en el cual, se encontraba, solo veía un reflejo como si se estuviese contemplando sobre la mancha de un vino blanco reseco sobre la mesa. El viento empezaba a deslizarse, sin dar aviso sobre el metal y telas colgadas en vaivén. Un misterioso animal omitía un sonido despertando a todos del ensueño.
Desde su ojo izquierdo salía un líquido viscoso incomodando su estabilidad anímica. Llevo su mano victimaria frente a él y finalmente termino por recorrer su mejilla, ante tal explosión imprevista. En la oscuridad no se distinguía su color, se acerco a la luz anaranjada que chocaba sobre su ventana. Descubrió que la ciudad había optado por tomar la capa de la soledad y entristecer las risueñas calles en las etapas diurnas. Se estremeció ante un estimulo que no podía controlar, ante esta reacción involuntaria. Voces enlazadas recorrían por su cabeza, interminables para desembocar en una neurosis. Sería imposible sentirse extraño dentro de su cuerpo, pero si era un sujeto despiadado que no cuidaba de él. Les avisaba a los senderos que le era más cómodo pisar sin andar usurpando replicas. La vitalidad de búsqueda queda inerte, cuando la consciencia se niega. Se esfuma a los altiplanos inhalando aires vírgenes.
No tenia incertidumbre, era el sujeto distraído de la abnegación hacía la vida. Pero los puntos del hombre no huyen, aunque, la consciencia los niegue. Los puntos nos definen, la flexibilidad yace en nuestro interior. Somos vítreos, latencia de fragilidad. Somos complemento de alguien o alguna cosa y somos víctimas cuando nos limitamos. Estaba en el sillón demostrando la imagen que es, pero que niega. Se esforzaba en atraer la comprensión a su cabeza, la seducía. Ella no estaba. Otra vez había culminado en lo extraño, retomando la fugitivita de su mundo. Vislumbro de pronto a seres deambulando, caminando. Intento llamarlos. Ellos no lo oían. Parecían seres infinitos. Se rio, una y otra vez, expandiendo las risas sobre todo el lugar. Comprendía lo que sucedía, concebía el mundo que nos acompaña. Una existencia de dos mundos alejados, no vistos entre sí.
Bernabé De Vinseci.