Sin título
Hace tiempo que no subía nada. Todavía estoy lidiando con un projecto personal. No obstante, acá va lo que hice para el taller el día de hoy. Que lo disfruten.
SIN TÍTULO
AUTOR: SANTIAGO GJURATOVICH
Mi esposa estaba muerta, finalmente. Tenía el hacha incrustada en el cráneo y las ropas manchadas con sangre. El rojo siempre le había quedado bien. Me sentía feliz: Ella ya no podría volver a lastimarme.
No me malentiendan, amo a mi esposa. La amé desde el primer momento en que la vi. La seguridad de sus pasos y la fuerza de su carácter me conquistaron por completo. No era realmente hermosa, pero creía serlo. Y si uno pasaba suficiente tiempo con ella, podía empezar a creerlo también.
Tuvimos un corto noviazgo antes de casarnos. Ese fue el día más feliz de mi vida. Ella insistió en buscar un hijo desde el primer día. A medida que pasaban los meses se fue impacientando. Me echó la culpa a mí, por ser tan inútil que ni siquiera podía dejarla embarazada. Yo supuse que tendría razón, pero el médico nos dijo que las cosas eran al revés.
Esa noche, al llegar a casa, tomó el paraguas y me golpeó con él. Pensé que estaba bien: ella estaba muy enojada y seguramente no quería lastimarme. Nunca se disculpó.
Decidimos adoptar un hijo y por un tiempo, fuimos felices. Pero a medida que el pequeño fue creciendo, mi esposa se fue volviendo más violenta. Decía que el chico no estaba creciendo como debía, que se portaba mal, que era todo mi culpa… y me golpeaba, me pegaba. No sabía quién decirle, ni dónde buscar ayuda… Tenía miedo de que se burlaran de mí.
Así que la maté. Fue así de simple: Le pegué un hachazo y estaba muerta, la golpee en la cabeza y estaba muerta, le abrí el cráneo y estaba muerta, quise matarla y estaba muerta.
Y ahora nuestro hijo está en la puerta tocando el timbre. Sé que es él y que se olvidó las llaves porque solamente él escucha esa música tan horrenda.
Me llevaron unos hombres muy amables vestidos de blanco. Me dieron una linda habitación acolchada. Siempre vienen a hablarme y anotan lo que digo. Deben de quererme mucho.
FIN.